lunes, 24 de febrero de 2020

La creación de la vida.  

El cansancio acumulado durante meses la invadió de golpe. Su enorme labor había comenzado fruto de la rabia y con la desesperación como motor. Pero, ahora que había llegado a su fin, la satisfacción y la alegría se sobreponían al odio inicial. Volvió el apetito y el color a su rostro, las risas tímidas y cansadas fueron recuperando su sonoridad, la alegría llenó otra vez cada calle que cruzaba. El antiguo secreto de la creación de la vida, ese acto privilegiado y reservado únicamente a la divinidad, había sido encontrado por aquella mortal en lo más hondo de sí misma. 

La primera etapa la dedicó a descubrir. Observaba cada rincón, rebuscaba entre sus recuerdos, se tiraba horas ante el espejo, analizando aquel rostro impropio que nunca le había pertenecido. Se familiarizó con las expresiones. Los surcos de las arrugas se convirtieron en caminos de recorrido habitual. Sabía la profundidad de la pupila y distinguía la tonalidad azul del iris del color de otros ojos. Pero no encontraba la propiedad de esas facciones y pensamientos . 

Fue la segunda una etapa de destrucción. Acabó con todo aquello que consideraba intruso. Segó el miedo a sentir su cuerpo, a bailar poseída por Dioniso y a mirar al frente. Desafiaba cada estereotipo, cada presupuesto construido sobre esa identidad que, supuestamente, era la suya. 
Finalmente, encontró el fuego que Prometeo había robado a los dioses después de buscar sin descanso. Lo encontró en lo más oscuro de la cueva, donde titilaba en una vela casi consumida. Pasó meses alimentándolo y protegiéndolo. Lo había encontrado y no podía permitir que se extinguiera. Cuando fue lo bastante vivo, lo utilizó para prender una antorcha con la que salió de la oscura caverna. El camino era escarpado y realmente tenebroso. La luz de la antorcha iluminaba el camino, pero en algunos rincones sucumbía a la espesa negrura. Ella continuó incansable, sentía cómo con cada paso construía su libertad. 

El mismo día que salió de la cueva se encontró. El fuego se extendió por su cuerpo, revitalizando todo su ser. Después de toda una vida esclava en una relación de maltrato, Ella, Alicia, había desvelado su verdad. Nadie más la construiría, no contendría sus sentimientos de felicidad, no secaría más lágrimas de dolor, no se sentiría nunca más despojada de sí misma. 
Se convirtió en su propia heroína, creó su propia vida desde la muerte y la violencia. Creadora y Criatura se habían fusionado para escribir un nuevo comienzo libre y sin miedo.

Historias de #Heroínas, concurso Zenda.

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